
Estas narraciones, escritas en una lengua diáfana, nos acercan a la vivencia del artista, tanto que entramos en una íntima comunión con él. Son un perfecto acompañamiento a su obra. Ahora sabemos del impulso misterioso que origina sus cuadros. Y de su propio asombro ante ellos - a veces incluso miedo, aunque siempre confiado -, según se van revelando. Sabemos de su conexión profundísima con familiares, amigos, animales, lugares, objetos, y como de esas relaciones y seres se manifiestan en su arte. Sabemos también de su especial acceso al tiempo, pasado y futuro.
Maia Sherwood Droz - Lingüista