En 1516 Tomás Moro publicó su Utopía, obra en la que imagina un país perfecto que terminaría por dar nombre a todo un género: la literatura utópica. El libro de Moro no es, sin embargo, más que un eslabón en la larga cadena de textos que han buscado plasmar ese aparente sinsentido: el lugar idóneo, la sociedad ideal. La utopía, cuyas fronteras se hallan en el horizonte mismo de la imaginación humana, ha sido cartografiada obsesivamente por autores tan antiguos como Platón y tan recientes como Ursula K. Le Guin, pero ningún mapa agota el territorio, y siempre hace falta un buen guía para adentrarse por él.