Mireille Gansel se crio en la Francia de posguerra, hija de judíos refugiados. Su familia, perseguida por el nazismo, provenía por parte de madre de Moravia y por parte de padre de Galitzia. "País de los confines del imperio austrohúngaro, inventado cuando Polonia fue dividida, en 1772, y luego tachado del mapa del mundo en 1918. Encrucijada de las lenguas de todos los pueblos que lo componían: polaco, ruteno, alemán, yidis", escribe la autora. De ahí nace una fascinación por las lenguas, por las palabras y por la traducción que marcará la vida de Mireille. Su oficio de traductora no puede desligarse de esos orígenes, ni tampoco de un profundo compromiso social y político, sobre todo hacia las minorías. Es así como se comprende su labor como traductora, entre otras, de la poesía vietnamita durante la guerra del Vietnam. Con este libro, y contando su experiencia como traductora y su trayectoria familiar entre lenguas, Mireille Gansel ha escrito un texto de culto, traducido a su vez a varios idiomas, un homenaje al oficio de traductor, a la traducción como puente entre culturas. Un acto de fe en la vida, en nuestra capacidad para compartir la palabra y encaminarnos los unos hacia los otros.24