En Todo lo que no acontece igual, Guillermo esboza ¿intencionalmente? graciosos apuntes de una cotidianidad muy nuestra, de un escritor que no se sitúa en un género predeterminado, una estética particular o una corriente literaria tradicional. El autor emprende un juego de palabras en spanglish para trazar, en tuits extendidos, las vivencias de una generación tipificada y maltratada por la prensa, la academia, los gremios y ventetús del arte y la literatura. En Todo lo que no acontece igual, Guillermo nos da permiso para disentir, para persuadir, para incomodar, para enojar y enojarse. Su prosa ligera, escurridiza y siempre mordaz es un constante recordatorio de todo lo que somos, y de lo que dejamos de ser; su prosa es más bien una hermosa anti prosa.
-Janice Mejías