Todo lo prueba la autora en este libro de los apetitos: labia elocuente, piel imantada papeles votivos. Nada le es indiferente y todo la torna diferente. Su don es la simpatía, esa forma lúdica de la seducción; pero también la inteligencia, esa luz cálida de la atención. Hace de lo femenino su escenario, de la raza su teatro crítico, del ensayo su debate mundano. La suya es una literatura para compartir y acordar.