Esta es una novela divertida como una sobremesa con amigos, pero contundente como un gancho al hígado. Algo de esa contradicción contiene su protagonista, Basilio, al que sus enemigos apodan el Hipopótamo. Un mote que a él, con sus 119 kilos de peso, le provoca regocijo: puede que aspire a la callada quietud de ese animal, que sabe esperar su ocasión, pero también le atrae su naturaleza feroz, su instinto agresivo, su inteligencia criminal. Así que cuando le ofrecen abandonar por unas semanas su retiro plácido para acompañar a Amelia Tomás, una candidata a presidenta, en su gira electoral, la bestia que lleva dentro se despereza y actúa.
A lo largo de un periplo que lo llevará a recorrer toda clase de ciudades y pueblos de España, su misión será cargar los discursos de la candidata de dinamita, rociar con gasolina dialéctica a sus rivales y prenderle fuego a todo a su paso. Y es que en este juego competir es lo de menos: lo único aceptable es ganar. Ganar, ganar y ganar.
David Trueba ha escrito una novela inclasificable, que retrata el mundo de la política y su trastienda con un gran ojo para la sátira y la observación desprejuiciada. En un viaje entre la comedia y el retrato del natural por las entretelas de una campaña política, afloran ambiciones inconfesables, engaños, medias verdades, mentiras flagrantes, tensiones soterradas y conflictos de la vida privada que acaso sea mejor que no vean la luz; al frente de todo ello, un protagonista más grande que la vida, odiado por unos y odiado por otros, y que en lugar de preguntarse con angustia si el vaso de la vida está medio vacío o medio lleno ha decidido hace tiempo bebérselo de un trago. Desbordante y atrevida, vibrante y directa, Queridos niños es una autobiografía del rencor que supone otro paso adelante en una de las trayectorias novelísticas más exitosas de nuestra literatura.
A lo largo de un periplo que lo llevará a recorrer toda clase de ciudades y pueblos de España, su misión será cargar los discursos de la candidata de dinamita, rociar con gasolina dialéctica a sus rivales y prenderle fuego a todo a su paso. Y es que en este juego competir es lo de menos: lo único aceptable es ganar. Ganar, ganar y ganar.
David Trueba ha escrito una novela inclasificable, que retrata el mundo de la política y su trastienda con un gran ojo para la sátira y la observación desprejuiciada. En un viaje entre la comedia y el retrato del natural por las entretelas de una campaña política, afloran ambiciones inconfesables, engaños, medias verdades, mentiras flagrantes, tensiones soterradas y conflictos de la vida privada que acaso sea mejor que no vean la luz; al frente de todo ello, un protagonista más grande que la vida, odiado por unos y odiado por otros, y que en lugar de preguntarse con angustia si el vaso de la vida está medio vacío o medio lleno ha decidido hace tiempo bebérselo de un trago. Desbordante y atrevida, vibrante y directa, Queridos niños es una autobiografía del rencor que supone otro paso adelante en una de las trayectorias novelísticas más exitosas de nuestra literatura.