Roy White Meneses filma un comercial en Los Ángeles, donde vive y trabaja hace siete años y, en el medio del circo del cine, recibe una llamada de Puerto Rico. Es Nina (de quien ha estado enamorado en secreto toda la vida), esposa de su mejor amigo de infancia y compañero de buceo, Potala.
"Roy, Potala murío", le cuenta Nina, llorosa. "Nina, deja el relajo, estoy trabajando." "Roy, Vitorio lo encontró esbaratao en el remolino de Isla de cabras." "¿Como va a ser? El era el mejor buzo de San Juan, en La Puntilla los muchachos le decían Aquamán." "Roy. No me la pongas más dificil: lo enterramos el viernes. Dejó un sobre lacrado pa' ti." Roy queda congelado. Ägarro el kikirikí y llego de madrugada. Te pito, como siempre y me bajas las llaves en la canasta."
Al amanecer, Nina lo recibe con la cara ajada de tanto llorar y un abrazo interminable. Abre el sobre y lee: "Hermanito del alma, si estás leyendo esta es porque ya no estoy. Bucea hasta el Ophelia y rescata la llava del cofre donde guardamos el diario que llevamos juntos desde chiquitos y que yo he continuado en tu ausencia. Está en en escondite de siempre, en mi caseta. Ahí encontrarás pistas de lo que me está pasando. Ojalá lo escrito en el diario te ayude a encontrar a los cabrones que me han matado. Creo que es por el oro del Virrey...el diario...tu hermanito, Potala."
Roy bucea hasta el Ophelia, rescata la llave, abre el cofre, saca el diario, comienza a leer y a revivir su vida junto a los Cuatro Mosqueteros de la Lincoln. Las pistas del diario los enredan en una trama policial más compleja que sus películas noir que lo han hecho famoso. Con el diario como guía Roy busca a los asesinos de su mejor amigo, acompañado por Nina, el amor de su vida, ahora viuda y por su bróder, Solito, ahora bichote de La Perla.