La poesía de José P. H. Hernández tiene en la literatura puertorriqueña ese espacio de piedad y misericordia para el poeta, destruido por la enfermedad y la pobreza, como otros poetas anteriores ─Santiago Vidarte, José Gautier Benítez, Francisco Álvarez─ vencidos por las enfermedades a temprana edad. Como Vidarte, José de Jesús Domínguez y José de Jesús Esteves, será recordado por un solo poema, su «Madrigal», que alcanza la altura lírica de «Insomnio» y «Sinfonía helénica», de los primeros, y la magnitud de Las huríes blancas, del último, con los cuales cada poeta ocupa un lugar especial en la «poesía puertorriqueña de todos los tiempos». Así lo presenta Luis Córdova Chirino bajo el pseudónimo Bradomín: «Fue José P. H. Hernández una malograda promesa para Puerto Rico, pues ya, a pesar de sus relativamente cortos años, había escalado señaladas cumbres en la región del Arte y de la Gloria».
Miguel Ángel Náter
Miguel Ángel Náter