Giselle lo ha sacrificado todo por un sueño: ser bailarina. Un sueño que parece escapársele. Una agria discusión con su novio y el robo de su bolso, en el que junto con su documentación y teléfono desaparecen también objetos que tienen un gran valor sentimental para ella, la dejan sola y perdida en la ciudad de Barcelona, lejos de su Cuba natal. Su única esperanza para salir de esa situación es dar con un amigo cubano del que sólo sabe que vive en algún lugar cercano a la Sagrada Familia. Durante tres días, Giselle duerme en la calle y vaga por los alrededores de la basílica buscando el modo de recuperar su vida, mientras reconstruye su propia historia familiar y hace balance del precio que ha debido pagar por ese sueño huidizo.