Las reflexiones contenidas en las páginas de esta obra tan irónica como gozosa, sobre la lectura, los lectores, los libros, los libreros y la vida, cautivarán al lector. Y es que, como la autora sostiene, un librero o librera “es una persona con dos habilidades básicas: saber sumar y restar y saber de libros. Con este equipaje y poco más, se puede uno ganar la vida al frente de una librería. Si le falta uno de los dos componentes, o contrata los servicios de una gestoría o contrata a otro librero más preparado. Y si por alguna razón no entiende esta sencilla regla, más pronto que tarde echará la persiana o se la echarán los proveedores, los bancos y otras almas tan cansinas como eficaces”.