Consuelo quería dormir hasta encontrar el momento preciso paradespertar. Tomó diez pastillas. Condenada al protocolo antisuicidasde un hospital en Santiago de Compostela, espera 24 horas con untubo que le baja desde la nariz hasta la garganta. La espera sevuelve un diálogo silencioso con Sergio, su compañero. A él narra lamemoria fragmentada de las mujeres que la formaron. Recordarlases un regreso al Caribe, un andar por los tiempos de la multitud quela habita.