En Puerto Rico, la nación vende bien, según confirman publicistas, empresarios y políticos. Pero Carlos Pabón, enragé de los historiadores isleños, lanza una tesis provocadora: la nación pertenece al reino de los "undead", ámbito de las criaturas que, sin estar vivas, nunca mueren. La elite neonacionalista se ceba de este cadáver exquisito que, vaciado de conflictividad, afianza la representacionalidad de un saber-poder.