
Este relato proviene del libro Memoria por correspondencia, que recoge veintitrés cartas en las que la pintora colombiana Emma Reyes cuenta su infancia, y cuyo valor narrativo y testimonial le ha merecido el título de clásico de la literatura del siglo XX. La mirada y el trazo de Carme Solé Vendrell impregnan de realidad y ternura estos personajes de una infancia no idealizada, en la que el juego, la recreación inocente del mundo de los adultos y la alegría se imponen a la pobreza.