Esta novela es, entre otras cosas, una audaz propuesta de la construcción de un relato: una historia escrita sobre los fragmentos de un espejo roto en múltiples pedazos, que a veces funciona sobre la base de aforismos poéticos que van conformando los rostros diversos de la realidad. Algunas de estas piezas, reducidas a una sola frase, tienen, a su vez, el aliento y el alma de un relato completo, como una invaginación del relato mayor, y suponen una pieza más del rompecabezas y, a la vez, una trampa. He visto en el conjunto, un crimen que invita al lector a constituirse en el detective de una trama multipolar que subvierte además, de manera ingeniosa, la vieja fórmula de planteamiento-nudo y desenlace porque a fin de cuentas ¿dónde en realidad comienzan y terminan nuestras vidas?