
Ramón López maneja su oficio de artesano-plenero-antropólogo enlazando una sucesión de textos que exigen un nuevo lenguaje para vivir con la plena. Ajeno a los nostálgicos deleites del folklorismo, este lenguaje es un "bembeteo" de teorizaciones y sabrosuras que constituyen una interpretación barrial de la plena puertorriqueña en las que las iniciativas comunitarias y las intervenciones estatales forcejean en un movimiento de imaginaciones populares y maniobras hegemónicas. La plena es voz-meneo-memorias centrada en una práctica musical que acomoda, enfrenta, resuelve y desordena las iniciativas isleñas y diaspóricas del tránsito boricua por la historia subalterna. Por eso la plena vive bien aunque no se venda bien: su merecida localización en la creatividad popular es un diálogo de acercamientos-hibridaciones-vecindades musicales que aseguran la vigencia de su crítica a los ordenamientos del poder.