Los personajes de Lo que está y no se usa nos fulminará tienen un vislumbre de lo que una vida mejor podría ser, y su intensidad los encandila. Vulnerables, perplejos, ridículos, sabios, todos vuelven una y otra vez sobre las posibilidades intuidas en esa visión, convencidos de que si no las aprovechan estarán perdidos: lo que encuentran al hacerlo es el azar, las vidas de los escritores como espejos deformantes, la ocasión de hacer de su vida una obra de arte, la necesidad de desaparecer, de dejarlo todo atrás para ser uno con la literatura.