
Pedro y Elizabeth no se conocían y nada indicaba que hubiera entre ellos la menor afinidad, salvo que ambos eran jóvenes y que la infelicidad que nublaba su vida -cargada de ansiedad, depresiones y fracasos sentimentales- los había llevado a ponerse en manos del mismo psiquiatra.
Esta circunstancia en apariencia casual no tardó en revelarse como una estratagema del destino.
El doctor Weiss, ya para entonces con la mente abierta a realidades que la mayoría de los terapeutas eludía o negaba de plano, supo intuir que Pedro y Elizabeth estaban ligados indisolublemente. Fueron necesarias muchas sesiones de terapia -siempre bajo hipnosis- y el entusiasmo de un médico capaz de transgredir el terco materialismo de la ciencia al uso, para que ambos recuperaran la memoria de anteriores reencarnaciones y descubrieran los lazos que los unían más allá del tiempo.
Brian Weiss, el hombre que facilitó el reencuentro de dos almas gemelas destinadas a amarse para siempre, es el autor de este libro. Quienes hayan leído sus títulos anteriores –Muchas vidas, muchos maestos y A través del tiempo– conocen ya la categoría científica y humana de este psiquiatra que ejerce su saber guiándose por una verdad olvidada: no hay cura posible si antes no sana el corazón, algo que sólo el amor logra
Esta circunstancia en apariencia casual no tardó en revelarse como una estratagema del destino.
El doctor Weiss, ya para entonces con la mente abierta a realidades que la mayoría de los terapeutas eludía o negaba de plano, supo intuir que Pedro y Elizabeth estaban ligados indisolublemente. Fueron necesarias muchas sesiones de terapia -siempre bajo hipnosis- y el entusiasmo de un médico capaz de transgredir el terco materialismo de la ciencia al uso, para que ambos recuperaran la memoria de anteriores reencarnaciones y descubrieran los lazos que los unían más allá del tiempo.
Brian Weiss, el hombre que facilitó el reencuentro de dos almas gemelas destinadas a amarse para siempre, es el autor de este libro. Quienes hayan leído sus títulos anteriores –Muchas vidas, muchos maestos y A través del tiempo– conocen ya la categoría científica y humana de este psiquiatra que ejerce su saber guiándose por una verdad olvidada: no hay cura posible si antes no sana el corazón, algo que sólo el amor logra