En 1895, los periódicos de Nueva York llamaron la atención sobre una mujer que recorría el país pedaleando. Annie “Londonderry” había dejado a su marido y a sus hijos y había salido a cumplir una apuesta: recorrer el mundo en bicicleta a cambio de cinco mil dólares. Pero en la letra chica de esa hazaña se leía mucho más que una proeza física y geográfica: estaba desafiando a su género y a la época, avanzando por encima de los mandatos y de las convenciones. Y a pesar de que los medios estuvieron más interesados en hablar de que llevaba pantalones y no pollera para andar, Annie siguió pedaleando y venciendo lo que el mundo esperaba para ella. En un artículo, escribió: “Me siento una nueva mujer, capaz de hacer las mismas cosas que cualquier hombre”.
Su historia, como las de las otras catorce mujeres que recorren el magnífico nuevo libro de Pepita Sandwich -narradas en un estilo gráfico distinto, siempre hipnótico-, condensa una aventura, un escándalo y una revelación: la de ser pioneras.
Entre ellas se encuentran Eva Dickson, la primera mujer en cruzar el Sahara en auto; Valentina Tereshkova, la primera que voló al espacio, y Mary Anning, conocida por sus numerosos hallazgos del período jurásico. También hay exploradoras, científicas, escaladoras, pero cada una de ellas es, sobre todas las cosas, una inspiradora.
Mujeres que movieron montañas, hicieron sus propios viajes, dieron la vuelta al mundo, tuvieron que mentir sobre su género y atravesaron tierras desconocidas. Treparon cerros, cielos y estrellas para llegar a donde quisieron y no solo usaron un mapa: ayudaron a dibujarlo.
Su historia, como las de las otras catorce mujeres que recorren el magnífico nuevo libro de Pepita Sandwich -narradas en un estilo gráfico distinto, siempre hipnótico-, condensa una aventura, un escándalo y una revelación: la de ser pioneras.
Entre ellas se encuentran Eva Dickson, la primera mujer en cruzar el Sahara en auto; Valentina Tereshkova, la primera que voló al espacio, y Mary Anning, conocida por sus numerosos hallazgos del período jurásico. También hay exploradoras, científicas, escaladoras, pero cada una de ellas es, sobre todas las cosas, una inspiradora.
Mujeres que movieron montañas, hicieron sus propios viajes, dieron la vuelta al mundo, tuvieron que mentir sobre su género y atravesaron tierras desconocidas. Treparon cerros, cielos y estrellas para llegar a donde quisieron y no solo usaron un mapa: ayudaron a dibujarlo.