Con el placer de un coleccionista, Perec nos mostró que la literatura también es juego y que detrás del telón de la cotidianidad se encuentra la poesía de lo anodino. Tras la fachada de un simple edificio parisino encontró un archivo de historias. Narrar es también aprender a mirar, captar los relatos de vida que configuran ese monumental puzzle al que todavía llamamos realidad.