
Margaret Atwood reinventa La tempestad en La semilla de la bruja, una novela que aboga por el poder de las palabras y que invita a no olvidar y a creer en la magia de la vida cotidiana. Es un lunes cualquiera de enero de 2013 y Felix pasa el control de seguridad para acceder al centro correccional de Fletcher. Los guardias lo miran con simpatía y benevolencia; para ellos este hombre solo es el señor Duke, un cincuentón que en sus ratos libres se dedica a organizar funciones de teatro con los reclusos. El autor elegido siempre es Shakespeare, y este año el profesor les propone La tempestad.