Beto, Moco, Carlos y Manu compartieron la amistad y el despertar de la sexualidad en un colegio de jesuitas de Lima. Pero también algo más: durante su adolescencia lucharon por ocultar su debilidad ante los compañeros, marcar su territorio y huir de sus respectivas realidades familiares. Un cóctel que les llevó a decidir que solo ejerciendo el poder sobre los demás con una furia irracional podrían conseguir dejar una huella definitiva de su existencia.