El tiempo está roto, fragmentado, no hay linealidad, hay una subversión, un cuestionamiento político a la cronicidad. La temporalidad en la escritura de Yván Silén es una temporalidad que tuerce los relojes, los quiebra, los invierte, los recrea, los abandona. Por ello no hay origen fáctico sino mítico, la construcción mítica, es una producción del sueño, una producción del inconsciente. Una reflexión profunda, el pensamiento del no ser que piensa al ser y por ello encarna una de las más profundas verdades ocultas del ser mismo, matar o ser asesinado, liberar o ser liberado; el no-ser llamando a las puertas del Erebo, el niño poeta sacudiendo su lengua con la muerte, bendito y orgasmado entre todas las mujeres y maldito entre todas las madres del mundo. Yván Silén es el escritor de lo inconsciente que en esta antinovela de La madre asesina, nos comparte la experiencia de la potencia destructiva de la creación, la metamorfosis de esa madre que da vida y muerte, que al tratar de asesinar produce el acto mismo de resistir, el acto mismo del deseo contra las humaredas del nihilismo.