Luego de más de dos décadas de intensa actividad en pos de una mayor participación en los procesos políticos del país, las mujeres puertorriqueñas por fin lograron que se les reconociera su derecho al voto. "Ya me puedo morir, porque ya he votado" fueron las palabras de Ana Roqué de Duprey al salir emitir su primer voto durante las elecciones de 1932. Irónicamente, a los 82 años y atada a un sillón de ruedas, la líder sufragista murió sin enterarse de que, por razones técnicas, ése primer voto tuvo que ser anulado.