La historia no es ficción, la sociología no es novela, la antropología no es exotismo, y las tres obedecen a exigencias de método. Dentro de ese marco, nada impide que el investigador escriba. Conciliar ciencias sociales y creación literaria es intentar escribir de manera más libre, más justa, más original, más reflexiva, no para disminuir la cientificidad de la investigación sino, al contrario, para fortalecerla.
¿Cómo renovar la escritura de la historia y de las ciencias sociales? ¿Se puede definir una literatura de lo real, una escritura del mundo? Y aún más, ¿pueden concebirse textos que sean a la vez literatura y ciencias sociales? Ivan Jablonka considera que la historia es más literaria de lo que pretende y la literatura más historiadora de lo que cree: ambas son plásticas y abundantes en extraordinarias potencialidades.
Así, la escritura no es solo el mejor vehículo para presentar los «resultados» de una investigación histórica, sino el despliegue de esta, el cuerpo mismo de la indagación. Recíprocamente, la literatura produce un conocimiento de lo real. Cuadernos de viaje, memorias, autobiografías, correspondencias, testimonios, diarios íntimos, historias de vida, reportajes, todas estas formas literarias revelan un pensamiento historiador, sociológico y antropológico provisto de ciertas herramientas de inteligibilidad: una manera de comprender el presente y el pasado.
«El reto es experimentar colectivamente. Imaginemos una ciencia social que cautiva, una historia que conmueve porque demuestra y que demuestra porque se escribe, una indagación en la que se devela la vida de los hombres, una forma híbrida que podemos llamar texto-investigación o creative history: una literatura capaz de decir algo verdadero sobre el mundo.»
¿Cómo renovar la escritura de la historia y de las ciencias sociales? ¿Se puede definir una literatura de lo real, una escritura del mundo? Y aún más, ¿pueden concebirse textos que sean a la vez literatura y ciencias sociales? Ivan Jablonka considera que la historia es más literaria de lo que pretende y la literatura más historiadora de lo que cree: ambas son plásticas y abundantes en extraordinarias potencialidades.
Así, la escritura no es solo el mejor vehículo para presentar los «resultados» de una investigación histórica, sino el despliegue de esta, el cuerpo mismo de la indagación. Recíprocamente, la literatura produce un conocimiento de lo real. Cuadernos de viaje, memorias, autobiografías, correspondencias, testimonios, diarios íntimos, historias de vida, reportajes, todas estas formas literarias revelan un pensamiento historiador, sociológico y antropológico provisto de ciertas herramientas de inteligibilidad: una manera de comprender el presente y el pasado.
«El reto es experimentar colectivamente. Imaginemos una ciencia social que cautiva, una historia que conmueve porque demuestra y que demuestra porque se escribe, una indagación en la que se devela la vida de los hombres, una forma híbrida que podemos llamar texto-investigación o creative history: una literatura capaz de decir algo verdadero sobre el mundo.»