El pionero estudio de Antonio Escohotado consigue enfrentar el prejuicio con la observación pormenorizada, liberando de sesgos una región marcada por el miedo y la represión. Desde que los griegos las designarán con el doble término phármakon, que indica a la vez remedio y veneno, el conocimiento en materia de drogas se ha ido demostrando como único camino efectivo para distinguir usos y abusos. Contemplando la satanización y la beatificación como formas toscas de ignorancia, proponer ilustración farmacológica pasa por aceptar el papel de las drogas en nuestra especie, para mirar de frente cómo es precisamente nuestra falta de neutralidad la que nos lleva a olvidar que tanto el opio, como el cannabis, como el éxtasis, son espíritus neutros descubiertos por el ánimo investigador de la humanidad.