Cuando ya pensábamos que todo estaba perdido –el lenguaje, el país, la identidad, el género, hasta el número- Vanessa Vilches escribe “por suerte hay brisa y un fuerte olor a pan”. Y el tono, distópico y de pesadilla, de estas excelentes Geografías de lo perdido que, a veces son relatos y a veces no, se abre a la esperanza. Antes de que llegue la esperanza, transitamos por la mácula de las nuevas tecnologías: sin pantallas estamos perdidos, experimentamos la compulsión permanente de estar en otra parte y tachamos lo que pasa aquí y ahora. En estos textos todo es abstracción y a la vez todo se ve de modo perfectamente nítido, todo es surreal y sin embargo cotidiano […] Los tiempos, los rostros, las naturalezas animales, la vida y la cultura, los escarabajos y Kirsten Dunst, los mapas y los discursos se superponen en una transparencia, radicalmente presente, para que nos perdamos y nos reencontremos y, aunque la autora parece temer que la idiosincrasia se borre, que el lenguaje se pierda, que lleguen la muerte, los exilios y la vejez, sin embargo, logra que sus palabras resuenen y nos hablen de las cosas que importan: espacio, tiempo, memoria y raíz de mujeres que se construyen contra los malls en un país que se llama Puerto Rico donde, por suerte, hay brisa y un fuerte olor a pan.