Ese "peregrinaje por los espacios sagrados de Abelardo Díaz Alfaro" me resulta fascinante. Comparto con usted esa "devoción" por este autor con quien llegué a compartir, gracias a Dios. Es un ser transparente y lleno de amor, con un dominio admirable del idioma y sus recursos, cualidades que plasmaba mágicamente en sus obras.
Sus atinadas observaciones y comentarios fluyen en una prosa ágil y pulcra y van dejando sedimento en el lector. Me parece una lectura muy pertinente, principalmente para los jóvenes que muchas veces asocian la intelectualidad con el ateísmo. Me atrevería a decir que este ensayo, conjuntamente con "Espiritualidad, competencia y liberación" constituye un curso de Cristianismo. (Del prólogo)