Esta no es la crónica de un periodista que acude a conferencias de prensa, sino un relato desde los frentes de guerra, sobre la vida en las aldeas víctimas de la organización tribal y sus leyes misóginas que violentan, maltratan, llevan a la locura y asesinan cada año a cientos de mujeres y niñas. Es una crónica en primera persona sobre la vida en una democracia más cerca del fogonazo que de la luz estable, y siempre bajo el yugo de los constantes ataques terroristas y de los avances militares de los talibanes y del Estado Islámico.