Gay Talese, que siguió de cerca el levantamiento de este monumento al esfuerzo del hombre, recogió en El puente las historias humanas que se hallaban tras su construcción, desde el día a día de los obreros que trabajaban sobre vigas a alturas de vértigo hasta los acuerdos a puerta cerrada que desplazarían vecindarios enteros para dar cabida a la bestia.