
Una bala perdida le quitó la vida a Marcos Ezequiel, asunto que el difunto repudia cuando piensa: "El homicida debió saber que la existencia no era igual a una mata de rosa, de cuya poda surgían otras. O, como la estrella de mar que, al perder un miembro, le crecía otro". Sin embargo, algo positivo encuentra con su fallecimiento: "Ya no estaba sometido a juicios de vergüenza alguna y ni las imprudentes reglas de recato, algo que tanto atormentaba a los vivos, pero ningún sentido tenía para un difunto". (A.W.O.D.)