Si algo es absurdo entonces es verdadero”; “El paraíso a donde yo me dirijo está empedrado de migajas. Sobre ellas caminaré”: ambas sentencias han sido escritas por Esteban Arévalo, el hombre mal vestido. ¿Hacia dónde camina este personaje que, desaliñado, vaga por el barrio de Tacubaya y de quien se sospecha que ha cometido varios asesinatos sin motivo aparente? Sus pensamientos parecen ir en contra de cualquier convención humana que sea capaz de cobijarlo. ¿Es un individuo bueno, pese a las acusaciones que caen sobre su espalda? De algo estamos seguros: es un observador, un desapegado y un marginal. Su amigo, Blaise Rodríguez, ansía dar cuenta de lo que sucede en la mente de Esteban. Ya casi no existen personas interesantes en el mundo: extrañas, impredecibles, fuera de orden. En esta obra, la mente de un atribulado se extiende como una zona oscura que recorrerá las certezas más solidas del lector. El personaje que da nombre a la novela escribe: “Las personas son soledades que vagan o transitan, cogen, mean, trituran, muerden, se relacionan y crean nebulosas de palabras. Y esas personas andan por allí sin poder transmitir del todo su sufrimiento”. Almadía ha decidido publicar la última novela de Guillermo Fadanelli a sabiendas de que novelas como la presente solo pueden ser comprendidas desde las letras. Fadanelli insiste en que la realidad más íntima de nuestro mundo es literaria. El hombre mal vestido, el crimen, el azar, el barrio de Tacubaya y algunos de sus vecinos más atípicos poblarán la mente de Blaise Rodríguez, quien, a fin de cuentas, intentará narrar en estas páginas la historia de una perturbación.