Expulsado del cielo, calumniado y asediado por una guerra de proporciones cósmicas, Luzbel decide contar su propio Evangelio donde relata el tránsito sobre la tierra no sólo suyo sino también el de otro arcángel que inicia su travesía terrestre como la encarnación de Jesús de Galilea. Con la ayuda de Luzbel, Jesús atraviesa varios avatares que le permiten vivir plenamente la dolorosa experiencia humana: como el Nazareno, como la figura que dio origen al dios mesoamericano Quetzalcóatl, como el Fausto ebrio de sabiduría y desencanto, como un heresiarca que busca la salvación en el placer, hasta llegar a la de un veterano de la guerra y expresidiario. Cada avatar es un nuevo círculo de un infierno que no reside en algún submundo sino en la misma tierra. Evangelio, ¿la buena nueva? ¿Habrá alguna en esta atrevida propuesta donde Luzbel, que se revela como el dador del fuego a los humanos, contesta la estremecedora sentencia rubendariana de “no saber dónde vamos ni de dónde venimos”?