Un niño mira las estrellas buscándose a sí mismo. Hace escuela, sin saberlo, con los antiguos escrutadores del cielo como Boecio, Ibn Gabirol y Fray Luis de León, y ya lo sabemos: quien mira el cielo interroga los abismos recónditos del alma. No otra cosa hace Samuel, el protagonista del más reciente bildungsroman de Manuel Martínez Maldonado, que abre y cierra con una reflexión oportunamente constelada de estrellas. La pista está dada: vamos en pos a nosotros mismos. Sabemos de entrada que al personaje le aguarda un descubrimiento al que parece irse acercando, con toda su inocencia infantil a cuestas, según asume los retos de su temprana niñez, transcurrida entre la Segunda Guerra Mundial y el conflicto de Corea.