La obra comienza cuando el protagonista, K. –de quien no conocemos mucho más, y en quien se puede ver el reflejo del propio Kafka, y un parentesco con Josef K., el protagonista de El proceso- llega de noche a una aldea para ocupar el cargo de agrimensor, antigua profesión de delimitar las tierras. El pueblo está dominado por un castillo, que es más bien un conjunto de casas donde reside la autoridad y de donde emanan las normas y leyes que marcan la convivencia y vida de los vecinos. La estancia de K. en el pueblo pronto se convierte en una pesadilla.