Para escribir El abismo inventado hay que sacar cuentas. Hay que auditar las finanzas de lo leído. Descartar lo ilegal, en términos literarios, no políticos. Si sumo, resto, multiplico y divido lo que leyó Javier Febo Santiago, el resultado es el siguiente: Rubem Fonseca, Gabriela Wiener, Pedro Juan Gutiérrez, Lydia Davis y Stephen Dixon. Cinco es el resultado.Esta verificado. Es la idea, y el tono que pretende la narración.¿A quién no leyó, o no debió leer para adquirir el tono? No soy tan descarado para exponer aquí lo que Javier me ha confiado. Él no lo permitiría.Además, esta contraportada no es para crear otro abismo, inventado por mí. El abismo inventado es un libro de relatos que rinde homenaje a esas narrativas que marcan las distancias desde lo repetitivo y anodino, hasta lo lúdico y hasta el límite de lo “incorrecto”.