Si en estos tiempos existiera un premio para la novela por encargo, no hay duda de que Francisco Velázquez tendría su lugar asegurado en la cima. Estos seis relatos, publicados por separado, forman un solo volumen coherente de uno de nuestros mejores escritores que ha elevado el género de la novela negra a la categoría de arte. Con lenguaje preciso, del que sabe manejarse con una estricta economía de palabras, Pancho nos lleva de una historia a la otra, divorciado de la tan manoseada corrección política que tanto agrada a las militancias. Violencia, maldad, pasión, erotismo, vidas de truhanes, corrupción policiaca de los agentes locales y federales, se pasean por estas obras, que tienen como telón de fondo un Puerto Rico que quiere inaugurar su flamante estado libre asociado. Leer a Velázquez nos lleva a rememorar esa escritura sin concesiones de Rubem Fonseca, con retoques delirantes dignos de James Ellroy. Definitivamente, “es mucha mujer, Dolores. Dolores Montijo Cardona”.
Alfredo Torres Otero
Certera, voluntariosa y letal, Dolores Cardona es una mujer propensa al peligro. Detective de buen olfato y mejor puntería, la Dolores se mueve con singular agilidad entre criminales violentos y policías corruptos. Sus aventuras se desarrollan en el Puerto Rico de finales de los años cuarenta, un país convulso, en el que los cambios políticos y sociales dan paso a conspiradores y oportunistas que quieren hacer su agosto. En ese teatro del crimen, donde la intriga y la pasión son motores de la historia, nuestra querida detective se enfrenta al mundo con la dureza propia del oficio y una fragilidad que la mantiene siempre al borde del abismo.
Estos relatos, publicados originalmente de manera individual, a la vieja usanza de las novelas por entregas, forman en su conjunto una obra novelesca que dejará una huella indeleble en la literatura del Caribe. Aquí conviven la violencia y el humor, el amor romántico y el sexo desenfrenado, los crímenes comunes con conspiraciones políticas de gran escala. Es, a fin de cuenta, un tour de force sorprendente de la mano de un maestro de la literatura detectivesca.
José Julio Rodríguez