Dictado de perillas es adentrarse a la psiquis de un sujeto que ha despertado a la conciencia de la existencia y lo que conlleva; "¿no es verdad que la muerte la vivo a cada paso?", ¿Lo dice como un logro o una verdad que carga? dejando a quien lee con la respuesta en sus hombros. Félix trabaja de manera lúdica la experimentación con las palabras, las inventa, revierte, replantea y nos invita. Teje una seriedad ecuménica, inexorable a los laberintos que somos todes, pero que n otodes recorren; salir, abrir y cerrar la perilla, volver, puede que derrotado, pero con el conocimiento que brinda el camino. El cuestionamiento constante del sujeto que deviene objeto de la Totalidad de la que se sabe parte atraviesa el texto de manera transversal y hermosa. Un desespero se imanta a la nostalgia: "ya es larga la lista de hasta entonces", sin embargo, subyace una esperanza: "de goce he colmado cada falla", que invita a continuar amando la vida. Al final, conciliadoramente, arremata con unas décimas de las que se afianza para reafirmar su linaje trovador y el orgullo borincano que busca celebrar eso que nos hace lo que somos. No hablo aquí de lo sutil, de lo político, la sed y la sequía, del papel de la familia, la deuda que tiene y que le deben; en fin, imágenes que un libro profundo, pensado y sentido puede recoger.