En el laboratorio del profesor garabito ocupas una butaca, te abrochas el cinturón y te pones un raro casco forrado de bombillas. En una pantalla verás proyectadas tus más descabelladas visiones podrían tener sentido. Eso le pasó a Alba, y se le quitó el aburrimiento (y el bostezo de hipopótama). Lo mismo le pasó a Osiris, su amo, que descubrió que era poeta. Pero ¡Qué vueltas nos da la vida!