El asesinato de Carlos Muñiz constituyó un acontecimiento que conmocionó a la sociedad puertorriqueña y tuvo connotaciones internacionales, sobre todo en los Estados Unidos y Cuba. La investigación del crimen y la lucha por esclarecerlo también han sido hechos políticos en sí mismos. Si algo salta a la vista en el relato de este libro es el rigor y la tenacidad de los investigadores. El lector debe estar preparado para compartir la frustración presente a lo largo de este esfuerzo y admirar la voluntad que les permitió no dejarse vencer por las trampas puestas en el camino. También es admirable su valor. Se ha tratado de una investigación realizada bajo condiciones muy peligrosas. El propio ejemplo de Carlos indicaba que pisaban un terreno minado y nadie protegía sus vidas. Difícilmente puede comprenderse lo acontecido si no se tiene en cuenta la historia común de Cuba y Puerto Rico, y en especial el papel que el gobierno norteamericano asignó a Puerto Rico en la lucha contra la Revolución. Este libro narra este proceso para enfatizar su contrasentido en un contexto histórico signado por las luchas comunes por la independencia. Una de sus tesis fundamentales es que la función política asignada por los Estados Unidos a Puerto Rico en el caso de Cuba, condicionada por la dependencia, explica la sucesiva actitud de los gobiernos coloniales frente al proceso revolucionario y su complicidad con la contrarrevolución cubana, actuando contra los propios intereses del país.