Bailarinas se vincula con la primera obra consagratoria de Kawabata, de 1926, La bailarina de Izu. En ambas, la península de Izu y la ciudad de Shimoda son los destinos finales del relato. De la bailarina ambulante y popular de la primera novela a estas dos practicantes de ballet clásico; del joven escritor que vagabundea por montañas, aguas termales y playas, y narra el encuentro con un primer amor, al maduro novelista, la escritura del Nobel japonés aborda el periodo de occidentalización de su país después de la Segunda Guerra.