Aquella tarde de julio de 2019, a Arnaldo Cruz-Malavé la energía de la revuelta que irradiaba en San Juan lo impulsó hasta el Central Park de la ciudad de Nueva York, donde las voces del junte diaspórico –conjuradas entre el repique de la plena y los beats del reguetón– entonaban consignas para marcar con bailes de guerra un lugar de impugnación. Como señala Cruz-Malavé en este singular y apasionado ensayo sobre el vínculo entre la corpo-política del baile y la herida abierta del duelo desencadenado por el Verano Boricua de 2019, sobre la potencia insospechada de una vida colectiva emergida de la protesta que baila su acción descolonizadora, hay eventos que alteran radicalmente nuestro modo de percibir, sentir e interpretar, conjugando con fuerza multitudinaria la imaginación y la reflexión crítica con la acción política. Se conmocionan así los estilos y formas de apalabrar la experiencia, ahora con la certeza de que aquí mismo otro mundo es posible. Leído en el contexto actual, a cuatro años de la revuelta, el ensayo incita también a preguntarnos si “después” de haber vivido un evento disruptor de alta tensión política-afectiva como el Verano Boricua es realmente posible que “todo” vuelva al simulacro de su normalidad.