Ante la presión descolonizadora ejercida sobre los imperios después de la Segunda Guerra Mundial, éstos buscaron la manera de adaptarse a los nuevos tiempos democratizadores. Algunos países accedieron a la independencia y otros vieron modificadas dramáticamente las relaciones con sus respectivas metrópolis, especialmente en el Caribe. En la década del 50, aunque Puerto Rico no alteró su condición colonial con Estados Unidos, sí se abrieron nuevas oportunidades internas para que el país legislara y creara nuevas instituciones. Convocados desde el Estado, numerosos intelectuales públicos se dieron a la tarea de legislar políticas culturales que le dieran soporte al estado muñocista. De ahí un nacionalismo de corte cultural, ideología impulsora de una identidad puertorriqueña que, con aciertos y desaciertos, hizo factible implantar y difundir ese imaginario. Esta excelente investigación nos cuenta una parte importante de esa historia.