La existencia, con el nombre exacto de las cosas. Una familia, su matriarca, Mai, y la escena teatral contemporánea escrita para todos. Sí, en todos, como un mosaico de lo que somos, lo que rabiamos, lo que sentimos, lo que extrañamos y lo que nos hace sentir con las pisadas en este planeta. ¿Conoce usted, a su propio personaje? ¿Conoce a alguien, que, en el espejo familiar de su vida, le ha tocado sentirlo cerca? Carlos Canales, dramaturgo esencial, y en trascendencia (hacia otros géneros como el cuento), nos ofrece una pieza fundamental donde podremos leer (también en la narrativa breve) el rumbo de nuestras vidas. Así, como escuchar un bolero de Tito Rodríguez, con arreglos de Leroy Holmes, o al Trío Los Andinos rasgando las noches azules que casi se nos acaban, estimado lector, la memoria, una de las temáticas de Canales, le visitará irremplazablemente. Y ahí, un alborotado árbol genealógico o pedazos, luminosamente adelantados de una biografía no autorizada pero sí ofrecida, donde usted y yo, y los demás, tendrán algo que pensar para identificarse en esta obra. Mai se resume eterna, a pesar de sus personajes ser humanos.
–Marioantonio Rosa
–Marioantonio Rosa