Hace de subrepticio trasfondo a este relato una de las grandes tragedias acontecidas a la humanidad: la carnicería del pueblo taíno por el invasor español; implícita campea, cual espada del Mío Cid, la barbarie en cierne.
El recuento de los acontecimientos y la representación del taíno, tanto en las crónicas como en otros manuscritos, son verdades a medias y el genocidio es recordado como un mero hecho histórico que no conmueve la conciencia del isleño.
Bajarí, joven elegido de la Diosa Madre para rescatar al cemí Coatuba, y Ahoye, su fiel amigo, emprenden una aventura hacia el monte cemí por cañadas y cumbres, desiertos y humedales, encarando el Maligno y sus huestes de maboyas sin frenar el hecatombe que se avecina.
Por su forma lograda de enlazar la narración portentosa y la prosa épica, con ostensible autenticidad, consigue el autor esbozar la cultura y mitología de esta civilización prehispánica.