Hacia finales del siglo XIX, llegan al archipiélago de Puerto Rico dos botánicos recolectores alemanes. Uno es emisario del rey Luis de Baviera; el otro envía especies al Jardín Botánico de Berlín.
Los narra Julia, un personaje sin apellido, salida de las páginas de La Azucena, la revista que Alejandro Tapia y Rivera convirtió en el libro abierto de sus escritos feministas. La Julia que escribe esta novela es una mujer de jardines secretos; la mujer escrita que, liberándose del maestro, narra amplios escenarios temporales y geográficos entrevistos por él, en torno al deseo de encontrar una nepenthes pharmacon o especie del sosiego.