Como si las maldiciones de la madre cuando ella nació la persiguieran, Soledad Vargas, la figura principal de esta historia, sufre el más cruel de los maltratos. Con las manos ensangrentadas y el alma desgarrada continúa luchando; tratando de sobrevivir en cualquier circunstancia de lugar, tiempo o distancia, sin más apoyo que su fuerza interior y el recuerdo de Tita, Rafaelito y doña Lala; como si el dulce recuerdo de ellos la acompañara en cada caída para ayudarla a levantar.