Invito al lector al banquete de la lectura del hermoso libro de Osmán Avilés, por dos razones que me atañen. La primera, que he aprendido mucho de este ensayo que se acerca a la profundidad por medio de una prosa transparente como el agua que la protagoniza. La segunda razón puede provocar sonrisas, pero es una verdad que declaro sin pestañear: me hubiese encantado haberlo escrito yo. -Mercedes López-Baralt