Los ocho relatos reunidos en La virgen de los boleros ofrecen un variado universo narrativo notable por sus múltiples registros a nivel lingüístico: a ratos, lúcida y caribeñamente neobarroco; con frecuencia, cultor de un lirismo nostálgico, no exento de ironía; en ocasiones adepto a una contenida y lacónica prosa de tono minimalista. Sus personajes -hombres y mujeres, adolescentes y viejos- se valen a menudo de la memoria afectiva para conferirle dignidad protagónica al universo físico circundante, transformándolo así en verdaderos paisajes del alma. En estas historias hechas con las cosas de todos los días, cada personaje encara lúcidamente su presente y su pasado a lo largo del pentagrama de la vida que van pautando los desgarradores ritmos de la ópera, el tango y el bolero.