
No es solo una novela. Es una travesía visceral a través de la mente quebrada de un hombre y los sistemas que también se rompen a diario, sin que nadie los repare. En este relato -crudo, poético, inquietante- Tosochojo camina entre las sombras de su pasado, donde la memoria y la realidad se confunde como niebla espesa al amanecer. Sus pasos no siguen un rumbo lineal: se detienen, retroceden, se desploman.
Galarza construye una narrativa donde el drama psicológico, la crítica social y la filosofía se entrelazan sin pedir permiso. Aquí no hay héroes ni mártires, sino sobrevivientes que sangran lento y profuso. La violencia machista, el abandono institucional, la salud mental relegada al olvido, la corrupción que corroe en silencio. Es literatura que incomoda, que pregunta sin responder, que obliga a mirar lo que muchos no prefieren ver.