Por primera vez la cocina y el ambiente tradicionales de las fondas, los friquitines y las lechoneras se aprecian a manera de crónica de la alimentación criolla. En este libro, el lector percibe la conversión de la comida en testimonio de cómo una tradición culinaria sobrevive en escenarios sociales y urbanos siempre cambiantes.
Basta leer azarosamente "Los merecimientos del cuñao" o "El paseo de piñones", entre otras 16 crónicas alimentarias, para descubrir cómo una tradición culinaria prevalece y busca innovarse; para establecer las semejanzas entre los distintos platos caribeños y trazar esos sistemas que posibilitan la reaparición de los mismos platos, a veces con distintos nombres, en cada una de las Antillas.
Y para esta aventura de erudiciones, crónicas de panzas y saudades, Edgardo Rodríguez Juliá es el guía perfecto. De hecho, lo acompaña el célebre gastrónomo Paco VIllón y la interlocucción de ambos se adivina claramente entre una y otra degustación.
Para experimentar el sabor casero en un restaurante o fonda, visitar el reino de la fritura en el friquitín, del lechón asado y sus menudencias en las lechoneras, Edgardo Rodríguez Juliá y su carnal recorrieron costa, montaña y losa hasta toparse con los cocineros locales cuyas recetas forman gran parte del punto de atención de esta apología epicúrea.
Como ración final, el autor presenta un ensayo sobre la cena navideña que resulta ser la exposición más comprensiva que jamás se haya escrito sobre la gama extensa de platos con que nos convocamos en las Pascuas. Y de postre, Benjamín Torres Caballero ofrece un estudio indispensable sobre la función de la comida en la obra literaria de Rodríguez Juliá. En resumen, un libro único en su clase que, además de leerse con amenidad, se disfruta y se saborea.